Jesús y la mujer adultera.

La ley tiene dos sentidos en la escritura uno es fuerza determinante actuando a un sentido, obligando a la voluntad y la otra es norma de conducta impuesta por una autoridad competente bajo amenaza de sanción en caso de no haber obediencia, esto es la ley. La ley se impone

Por otro lado la gracia, uno de los términos más usados en el antiguo testamento viene del griego charis y aparece en el antiguo testamento en 160 veces, tiene diversos sentidos y en plural expresa gratitud, cuando uno dice gracia está expresando gratitud.
Gracia en plural es gratitud por otro lado la gracia del Señor fue derramada a nosotros los que hemos creído en Él pero eso es otra cosa ya que el Dios no la derramo por gratitud a nosotros sino por amor.

Le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.  E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 
(Juan 8:4-8)

Se ha preguntado alguna vez que estaría escribiendo el Señor en tierra, aquí hay un acto según la ley que era merecedor o culpable de muerte es decir había un juicio o sentencia anticipada porque había una ley que todos la conocían y sabían que el pago de estar en pecado era muerte, no había una salida, no había una excusa, era pecado.


También Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de alguno se descarriare, y le fuere infiel, y alguno cohabitare con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida en el acto; si viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella amancillado; entonces el marido traerá su mujer al sacerdote, y con ella traerá su ofrenda, la décima parte de un efa de harina de cebada; no echará sobre ella aceite, ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado. Y el sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. Luego tomará el sacerdote del agua santa en un vaso de barro; tomará también el sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el agua. Y hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová, y descubrirá la cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda recordativa, que es la ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las aguas amargas que acarrean maldición.  Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido a inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición; mas si te has descarriado de tu marido y te has amancillado, y ha cohabitado contigo alguno fuera de tu marido (el sacerdote conjurará a la mujer con juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; y estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén.  El sacerdote escribirá estas maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas;  y dará a beber a la mujer las aguas amargas que traen maldición; y las aguas que obran maldición entrarán en ella para amargar. Después el sacerdote tomará de la mano de la mujer la ofrenda de los celos, y la mecerá delante de Jehová, y la ofrecerá delante del altar.  Y tomará el sacerdote un puñado de la ofrenda en memoria de ella, y lo quemará sobre el altar, y después dará a beber las aguas a la mujer. Le dará, pues, a beber las aguas; y si fuere inmunda y hubiere sido infiel a su marido, las aguas que obran maldición entrarán en ella para amargar, y su vientre se hinchará y caerá su muslo; y la mujer será maldición en medio de su pueblo. Mas si la mujer no fuere inmunda, sino que estuviere limpia, ella será libre, y será fecunda. Esta es la ley de los celos, cuando la mujer cometiere infidelidad contra su marido, y se amancillare; o del marido sobre el cual pasare espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer; la presentará entonces delante de Jehová, y el sacerdote ejecutará en ella toda esta ley. El hombre será libre de iniquidad, y la mujer llevará su pecado. ( Números 5:11-31)

Aquí podemos ver que si el marido tenía celos por causas justificadas o no justificadas en toda circunstancia, en ese tiempo el hombre que era celoso hacia pasar un mal rato a su mujer.

Había una ley en el antiguo testamento pero cuando nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo no dice la palabra que el vino a cumplir la ley, la ley se cumplió en ÉL.

Cuando vemos el cuadro anterior (Juan 8:4) donde la mujer llega escapando o arrancando de los que la perseguían para darle muerte, ella ya sabía que cometía falta, ella sabía que era merecedora de muerte, sabía lo que le esperaba pero cuando el Señor aparece en esta escena cuanta la palabra que los hombres que venían tras esta mujer se presentaron delante de ÉL no solamente para ver que iba a suceder con la mujer sino para tentar al Señor porque el Señor era reconocido como maestro, para ver que enseñaba y si en verdad era de Dios, para ver si este maestro que se decía llamar hijo de Dios iba a cumplir lo que estaba establecido con la ley y a esta mujer que fue acusada con la ley favorablemente se encuentra con nuestro Señor Jesucristo que en ese tiempo era el maestro ya que aún no había ido a la cruz, no había resucitado aun y porque maestro era antes de la cruz, después que resucitó es nuestro Señor Jesucristo, no es Jesús o Jesucristo es nuestro Señor Jesucristo.

Dice el antiguo testamento que el sacerdote escribía la falta y colocaba maldición si la mujer era culpable de adulterio, si o si la mujer tenía que pasar por todo el rito, experiencia de ese pecado o no pecado, de ahí dependía si seguía o no con vida pero antes de no pasar por este ritual toda mujer que a su marido le naciera tener celos era llevada donde el sacerdote siendo culpable o no culpable y de esa situación, de ese ritual que había la mujer quedaba libre y cargaba con el pecado, con la duda del esposo, después de pasar por todo el ritual Dios la perdonaba y no era culpable pero el esposo quedaba con la duda, era una bajeza, una vergüenza para la mujer.

Pero esta mujer cuando llega perseguida por estos hombres que la encontraron y tentaron al Señor para también hacer caer al Señor en un tipo de falta pero el Señor sabe nuestros pensamientos y cuando recién los vio se inclinó a escribir pero ¿porque se inclinó a escribir? No sabemos exactamente que escribió por que la palabra no nos menciona pero cuando vio a la mujer que venía siendo perseguida Él se inclinó a escribir la culpa de la mujer ya que los sacerdotes en el antiguo testamento escribían la culpa de la mujer y cuando llegaron los hombres dijeron: mas esta… y ÉL los miro, sabiendo la condición de cada uno de ellos les dice: el que esté libre de pecado lance la primera piedra… ellos se le insinuaron nuevamente y Él siguió justificando a la mujer porque Él era el sacerdote, Él es la vida, Él está en todas las cosas.

La ley antigua la cumplió en Él cuando se inclinó, se inclinó en tierra y escribió, Él como sacerdote, sumo sacerdote, hay también estaba intercediendo por cada uno de nuestros pecados, hay produce la gracia que hoy tenemos, no hay ley para nosotros, la gracia se aplicó en nuestras vidas, el Señor llevo todos nuestros pecados y los clavo en la cruz.
El acta antigua fue derribada, holgada se clavó en la cruz pero hoy hay una alianza entre el hombre y Dios solamente la firmo nuestro Señor Jesucristo a través de su sacrificio, por el derramamiento de sangre a través de su sacrificio cruento, derramo su sangre para transformar, sellar, dejar establecido que nosotros hoy no vivimos bajo la ley sino bajo su gracia, hoy no somos llamados culpables sino inocentes a través del sacrificio que nuestro Señor hizo en la cruz por cada uno de nosotros.

Somos nosotros los que no queremos entender, somos nosotros los que buscamos una u otra forma, religiosidades, estatutos y reglamentos para no darnos cuenta que el amor del Señor es tan amplio, grande que no tiene condiciones, no es condicional, Él nos anhela sin condición nosotros como ser humanos somos condicionales decimos: yo no doy amor si no me dan amor… pero el Señor se entregó por amor sin esperar nada a cambio y los que hemos creído en Él tenemos que ser agradecidos porque en él se escribieron nuestras faltas para perdonarnos.


Congregación de restauración de fe Elohim.
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